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Diana Nyad: "Moviéndome hacia delante"

Diana Nyad: "Moviéndome hacia delante"

Por: Diana Nyad
Del blog de Diana Nyad. Traducido por Cubadebate
Fotos: Christi Barli

 

Sí, ya estoy despierta después de haber nadado 92.2 millas en 36 horas, pero me inspira más escuchar de ustedes la misma pregunta: ¿Cuándo vas a tratar otra vez?

Esto me dice que ustedes me conocen. Alguien que no se rinde.

El viernes pasado, dos horas después de mi tercer intento de nadar de Cuba a la Florida, me picó un agua mala venenoso. Las ronchas fueron tan severas y grandes en mis brazos, espalda y muslos que era evidente que el agua mala era del tipo más tóxico -uno de los llamados barquito portugués o de guerra, o posiblemente un jellyfish de caja, el más tóxico.

Durante la primera picadura todo ocurrió en un segundo; sentí un latigazo surrealista de algo que me pasó a la velocidad de un demonio. Jamás me hubiera imaginado que algo así era posible, y no dije nada. Pensé que he entrenado por dos años como ningún otro nadador, estoy lista, sin duda, absolutamente, y puedo hacer esto, 103 millas sin parar en esta agua, lo que nadie había hecho. Las aguas de la bahía de Hemingway estaban como un crisal. El pronóstico parecía perfecto. Mi equipo, experto y enfocado. ¿Una picada? Esto no puede estar pasando. Mejor aguantar. Desaparecerá el efecto.

Diana Nyad. Foto: Christi Barli

Diana Nyad. Foto: Christi Barli

Diana Nyad. Foto: Christi Barli

Diana Nyad. Foto: Christi Barli

Y entonces el dolor me golpeó: “Fuego, fuego, no, no, no, oh mi Dios que está tratando de paralizarme.” Nunca había sentido tanto dolor, aunque había recibido picaduras de medusas en los dos intentos anteriores, en 1978, cuando tenía 29 años, y apenas el mes pasado, y aún así continué.

Pero esta vez, de repente, no podía extender mis brazos, no podía alargarme más, sentía una parálisis en la espalda y apenas podía respirar. Estas criaturas paralizan a los peces al cerrar su sistema respiratorio. Yo grité, y Jonathan Rose, de 30 años de edad, mi entrenador durante las primeras 12 horas, saltó al agua. Trató de apartar el aguijón de mí, y entonces terminó herido.

A partir de ahí sus síntomas comenzaron a manifestarse 10 minutos después de los míos, incluso después de que tomó dos dosis de epinefrina. (Yo no tomé nada, temiendo que me enfermara del estómago.). Esta mañana, le pregunté cómo se sentía, y Jon me dijo que “todavía no puedo respirar profundamente.”

Nadé durante 34 horas más después de que me picaran, incluso después de ser picada por segunda vez una hora más tarde, y luego una tercera vez cerca de mis labios. Esta mañana, después de escuchar a Jon describir sus síntomas, el dolor intenso que sintió y los efectos del shock anafiláctico que casi lo incapacitó en el barco durante cinco horas, me di cuenta del peligro en el que acababa de poner a los miembros de mi equipo. Ciertos tipos de medusas son los animales más peligrosos de la vida marina.

¿Qué habría ocurrido si a Jon lo vuelve a picar una medusa? ¿Cómo sacarlo del medio del océano? ¿Y si hubiera muerto?

Más tarde, me enteré de que el 80 por ciento de las travesías como la mía en aguas abiertas han sido canceladas debido a las picaduras de medusas, y no hay nadador que no haya tenido un encuentro de esta naturaleza.

Surrealista como lo fue, en la segunda noche, en el crepúsculo, me golpeó de nuevo este animal. Una vez más, el dolor no puedo describirlo con palabras. La parálisis de los pulmones, las convulsiones, la fiebre fría y caliente. Los observadores independientes a bordo dijeron a mi equipo que esta situación amenazaba mi vida. El equipo médico me envolvió en mantas, me dio inyecciones de esteroides, inyecciones de epinefrina, y me recomendó poner fin a la natación. Pero eso no va conmigo. Volví al mar.

Sin embargo, llevaba nadando 34 horas cuando me convencieron de que otra picadura, que llegó a parecer probable, podría tener el efecto acumulativo de arriesgar mi vida y, posiblemente, a  un compañero de equipo, y me decidí a salir.
¿Cómo pudo pasar esto … Estoy preparado para todo, hasta para las medusas, que no son mortales, y sin embargo, no hay protección contra ellas.

No puedo estar decepcionada de mí misma, no puedo. Yo soy valiente. Yo he ido más allá de los límites previamente percibidos para los humanos. Pero estoy decepcionada por el final, debo admitirlo. Me aferré a una distancia enorme, más de un centenar de kilómetros. Me arriesgué a los tiburones (los llamé “amigos), a la Corriente del Golfo, a todo lo que parecía una barrera infranqueable. Pero las medusas y sus potencialmente mortales picaduras, no estaban en el orden del día, y tengo que admitir que resultaron demasiado para mí.

Quedan todavía algunos detalles de mi viaje, que acaba de terminar esta vez, pero usted podrá conocerlos, momento a momento, aquí en este sitio web en los próximos días. Como estamos descansando y compartiendo con ustedes lo que hemos vivido sólo como compañeros de equipo, también estoy esperando la siguiente pregunta, confiando en que la pregunta que usted va a formular será diferente a: ¿cuándo vas a volver al agua? Prefiero escuchar un: ¿qué demonios vas a hacer ahora?
Mi respuesta es simple: No sé, pero usted puede apostar que va a ser algo digno de Nyad.

Fuente: CUBADEBATE

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