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El fatídico vuelo del Cessna-310

El fatídico vuelo del Cessna-310

Por: Ladyrene Pérez

 

Inmerso en erradicar algunas secuelas dejadas por los sucesos de Camagüey, Camilo viaja varias veces a esa ciudad en apenas una semana. En horas tempranas del día 28 de octubre de 1959 se dispone a volar de nuevo hacia el mismo destino, con el único propósito de ultimar detalles vinculados al desempeño del nuevo cuadro de mando nombrado por él en la provincia. La idea es regresar a La Habana al atardecer de ese día.

Una casualidad impide a Manuel Cabezas acompañar a su querido jefe en lo que sería su última misión. “Ya yo estaba montado en el avión y poco antes de despegar aparece el comandante Félix Torres para tratar un asunto con Camilo y retrasa la salida del vuelo entre 15 y 18 minutos. En ese intervalo llega el compañero Senén Casas y le pide al Héroe de Yaguajay que le permita ir en el viaje, porque tenía necesidad de estar en Santiago de Cuba en el tiempo más breve posible.

“Camilo se vira hacia mí y me manda a bajar del avión. Me pide que aproveche el día para arreglarle el clochet al carro. ‘Espérame a partir de las cinco’, fueron las últimas palabras que me dijo”, precisa Espinosa, quien en aquella fecha era el jefe de la escolta del Héroe de Yaguajay.

Luego de dejar instalado al nuevo cuadro de mando en Camagüey, a las seis y un minuto de la tarde el legendario Comandante parte del aeropuerto Ignacio Agramonte, a bordo de un Cessna 310-C, de color rojo y blanco, identificado como FAR-53.  Lo acompañan su escolta, el sargento Félix Rodríguez, y el piloto, primer teniente Luciano Fariñas.

Pasa el tiempo y la nave no llega a su destino. Ante tan notable demora, Manuel Espinosa comienza a inquietarse. Llama a Osmany Cienfuegos, quien lo tranquiliza: “El flaco puede estar en cualquier parte, no te preocupes”.

Ya bien entrada la madrugada del 29 de octubre, llega de Camagüey uno de los carros que habitualmente transportaban a Camilo. Espinosa sale al encuentro del auto y todos expresan su angustia al no haber ninguna noticia sobre la suerte del avión.

Horas más tarde, es anunciada de manera pública la desaparición de Camilo Cienfuegos. Guiada por los principales dirigentes revolucionarios, comienza una intensa búsqueda de la aeronave por mar y aire.

A lo largo de dos largas y tensas semanas, toda Cuba está pendiente de las operaciones aéreas y navales que rastrean cada palmo de tierra y agua de nuestra plataforma, en busca de algún indicio que pudiera aclarar el probable destino del comandante del sombrero alón.

Osmín Fernández, jefe de despacho de Camilo, recuerda para BOHEMIA detalles de lo vivido en aquellos aciagos días. “Yo participo de manera directa en las labores de búsqueda y puedo decir que fueron utilizados todos los medios disponibles por el joven Estado revolucionario. Se revisaron de manera minuciosa todos los puntos por donde pudiera haber caído el avión, incluso los más apartados y recónditos, tomando en cuenta cualquier observación o detalle que aportaran pescadores, pilotos, personas residentes en las zonas costeras a lo largo de casi 15 días, pero nada apareció”.

De acuerdo con reportes ofrecidos por las tripulaciones de otros aviones, al parecer el FAR-53 cae dentro de una fuerte tormenta que avanzaba desde el sur y obliga al piloto Luciano Fariñas a desviarse de la ruta acostumbrada, tomando un rumbo más al norte, lo cual creaba un peligro adicional porque se alargaban las horas del vuelo, sin disponer del combustible necesario para enfrentar tan inesperada situación.

Han pasado 50 años y en la memoria de Osmín los amargos recuerdos de aquellas tristes jornadas siguen presentes. “Todo indica que la avioneta, porque en realidad eso era, una avioneta bien frágil, desaparece en el fragor de una tempestad; técnicamente no tenía posibilidades de sobrevivir al carecer de los instrumentos de vuelo necesarios para ello. Pudo caerse también en las profundidades del mar por falta de combustible. Lo cierto es que nunca apareció nada del avión.”

Camilo, enfatiza Osmín, quería estar lo más pronto posible en La Habana y esa impetuosidad natural de su carácter lo pudo llevar a tomar la decisión de volar, aun cuando sabía que la noche ya estaba cayendo.

Como señaló Fidel el 28 de octubre de 1989, la causa directa de aquel accidente fue el problema surgido en Camagüey por los elementos anticomunistas. Por ello tuvo que viajar varias veces a esa provincia. Audaz como era, no respetaba ni el día, ni la noche, ni el tiempo, y salió hacia la capital en un pequeño avión.

En el transcurso de este medio siglo el enemigo ha propagado todo tipo de calumnias, haciendo ver que Camilo había sido asesinado o desaparecido de manera intencional, por problemas y rivalidades con los máximos dirigentes de la Revolución. Pero nada ratifica más su firme lealtad a Fidel y a los ideales de justicia social y libertad por los cuales luchó, que el papel protagónico desempeñado por el inolvidable Señor de la Vanguardia en el enfrentamiento y denuncia de la conjura reaccionaria surgida en Camagüey, hace ahora 50 años.

Orfilio Peláez

Revista Bohemia, 8 de octubre de 2009

Fuente: CUBADEBATE

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