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Bajo la Lupa: "Taller de brazos"

Bajo la Lupa: "Taller de brazos"

Por: Rafael Arzuaga

 

Muchos se preguntan por qué Cuba aseguró la participación de Freddy Asiel Álvarez, y no la de Yadier Pedroso, en el III Clásico Mundial de Béisbol (también por qué Yulieski y no Frederich Cepeda). Y habida cuenta de que para la mayoría de los aficionados, especialistas y técnicos, el artemiseño es hoy el mejor lanzador en el país, la contestación parece contundente por sencilla, alarmante por elemental: Pedroso afrontó/afronta molestias en el brazo de lanzar.

A todas luces, su brazo preocupa y ocupa a los técnicos de la selección, un desvelo que no parece reciente, porque trabajó poco durante la última temporada internacional y, cuando más lanzó, en la gira por Asia, no mostró el control, la velocidad, el dominio del repertorio, las aptitudes por los cuales llegó pronto a la estelaridad en los clásicos domésticos y se apuntaló en los team Cuba.

Artemisa, la novena del DT Esteban Lombillo, le necesita con la misma urgencia que la selección cubana y, según se anunció, podrá contar con su primera apertura el próximo sábado 22 de diciembre frente a Industriales, en el Latinoamericano.

No es la primera vez que el rendimiento de un pitcher se instala entre enormes signos de interrogación, porque el brazo, el codo o el hombro hacen crasch y su salud, robusta como un cedro hasta ese instante, se rompe en mil pedazos.

Sin resultar un hecho de todos los miércoles, ya no nos sorprenden sobremanera las lesiones de los lanzadores, aunque -no es una paradoja- sí preocupan muchísimo, tanto por lastrar la calidad de la pelota como por dañar la integridad física del pelotero.

Ahí están los casos, por ejemplo, de Elier Sánchez, el zurdo de Camagüey, que irrumpió en las Series Nacionales con todas las armas para convertirse en un serpentinero dominante; de Frank Montieth, cuyo rapid transit del nivel juvenil al de mayores, creo yo, le cercenó muchas millas y le destrozó sus chances de ponchar como pocos; o de Dany Betancourt, Miguel Alfredo González y Arleys Sánchez, para citar solo algunos y no hacer interminable la enumeración.

El asunto es para preocuparse porque en el béisbol -y en casi todos los demás deportes- a veces el mejor puede perder ante la condición más sana, más saludable, más fuerte del contrario. Y también porque reglamentar la cantidad de lanzamientos en dependencia de la actuación, medida aplicada para evitar lesiones y facilitar la especialización, no encuentra consenso entre los directores técnicos.

Pongamos por caso cuatro criterios, emitidos unos años atrás…

Víctor Mesa cree que ayuda a la especialización y a cuidar los brazos: “Pero debemos tener presente que antes nuestros lanzadores tiraban más y no se lastimaban el brazo”.

Antonio Pacheco, cuando dirigió, pidió potestad de decisión para eL DT porque lo consideraba capacitado para determinar quien podía, o no, lanzar 120 lanzamientos. “Lastima el brazo un mal calentamiento, una mala preparación, un box sin las condiciones adecuadas, o usar lanzamientos inadecuados para cierta edad”, dijo.

Jorge Fuentes está seguro de que “es una realidad que después de los 100 lanzamientos los lanzadores comienzan a agotarse. Hay que trabajar entonces con los relevistas”.

Y Juan Castro, en el momento que se limitó hasta 120 el número de lanzamientos por apertura, comparó: “En mi época, los lanzadores no tenían límite de lanzamientos y trabajaban cada cuatro días. No estoy en contra del desarrollo ni de la planificación, pero me parece exagerado que un pitcher lance cada seis o siete días”.

En la pelota cubana siempre se lesionaron los lanzadores, mucho más que los jugadores de posición. Hago un breve esfuerzo y recuerdo -aquí tampoco quiero hacer extensa la lista- a Rafael Gómez Mena y Lázaro Valle, dos capitalinos cuyas roturas mellaron sus marcas personales. Mas, de un tiempo a esta parte, esta es mi percepción, las lastimaduras de los lanzadores son más frecuentes y a más temprana edad.

¿Por qué sucede, si ahora hay mayor avance científico-técnico puesto a disposición del entrenamiento deportivo? ¿Cómo son posibles muchas lesiones si, a diferencia de años atrás, se reglamenta la relación trabajo-descanso de abridores y relevistas, y a los de edad juvenil se les utiliza casi “con pinzas”?

¿A qué se puede atribuir, si las aptitudes físicas, el conocimiento técnico y la preparación cultural de los lanzadores, superan hoy a las de los serpentineros de las primeras Series Nacionales? ¿Falta rigor ahora? ¿Se carece de disciplina técnica? ¿Los que trabajan en los campeonatos cubanos no son los técnicos más calificados? ¿No hay acaso un método de preparación y adiestramiento adecuado?

¿O será cosa de incorrecciones técnicas, calentamientos deficientes, exceso o bajo peso corporal, fatigas? ¿O todo pasará por el peso y las puntadas de las pelotas, las condiciones inadecuadas de los terrenos -sobre todo del box-, el uso y abuso de pitcheos cuyas mecánicas de lanzamientos no se dominan, el exceso o insuficiencia de trabajo?

Cada pregunta apunta a una posible causa y ninguna puede desecharse. Este redactor ha advertido casi cada uno de esos problemas, parte de tendencias unos, anecdóticos otros.

Problemas a los que agrego que muchos lanzadores no cubren sus brazos cuando lanzan o en momentos de bajas temperaturas; que continúan en la loma de los martirios después de aparecer la fatiga, o no protegen y le aplican hielo al brazo de lanzar después de terminar una aparición (una práctica fértil y antiquísima).

Y eso que “lanzar una pelota de béisbol es una de las maniobras más rápidas y violentas a las que se puede someter a una articulación del cuerpo. El movimiento violento y rápido pone en riesgo a varias estructuras del hombro”, según palabras de la doctora Shane Seroyer, especialista en Medicina del Deporte de la universidad de Michigan.

Braudilio Vinent, El Meteoro de la Maya, ejemplo de durabilidad en la pelota cubana, opinó que los lanzadores jóvenes no escuchan a sus preparadores y compañeros de equipo de mayor experiencia, como sí lo hacían los de su generación.

“Además -dijo quien fuera técnico en Japón, Venezuela, Colombia e Italia-, falta disciplina para dedicarse al entrenamiento, como se hace en Japón, que tiene un pitcheo increíble porque sus jugadores cuentan con una constancia tremenda y cuidan mucho la preparación física”.

Lázaro De la Torre, también lanzador retirado, integrante de los equipos Cuba e Industriales y merecidamente conocido como El Brazo de Hierro, pone también en un sitio primordial a la preparación.

En una conversación informal con este redactor, en medio de un día de trabajo que a sus 55 años le había exigido más de 400 pitcheos de entrenamiento, reveló que lanzaba casi a diario, aunque cuando no jugaba solo tiraba rectas. “Lanzaba cuando me tocaba, en las prácticas del equipo y en el bullpen, con Industriales, los Metros o el equipo Cuba. Y a diario corría varios kilómetros, más de ocho, y me sentí siempre preparado para subir al box”, asegura quien, ya veteranísimo, asombró al mundo cuando trabajó en tres desafíos consecutivos contra Pinar del Río en un play off.

El ex serpentinero de Isla de la Juventud, Carlos Yanes, cubano con más participaciones en Series Nacionales (28), siempre fue un devoto de los beneficios del entrenamiento, al que señaló como la principal causa de su durabilidad.

“Nunca me he lesionado. He sentido molestias lógicas por el exceso de trabajo, pero lesión ninguna. El secreto es un buen entrenamiento. El pitcher tiene que entrenar muchas veces a conciencia, sabiendo su potencial y límite. Siempre entreno fuerte y afortunadamente mi brazo está intacto”, llegó a declarar.

A Vinent (20 Series Nacionales), De la Torre (también 20) o Yanes, quizás la naturaleza les regaló un don muscular, pero pese a que Vinent “vivía” para el béisbol, De la Torre se frotaba el brazo de lanzar con vitamina C natural (”casi siempre naranjas”) y Yanes se privó muchas veces de algunos placeres terrenales, los tres hicieron de la preparación física un horcón para sostener sus carreras.

Hoy, ver a un pitcher devorando kilómetros, fortaleciendo el tren inferior, haciendo flexiones o abdominales en sus días de asueto o trabajando en el bullpen, no es una escena común. Hoy, claro está, no hay que correr por la grama o subir y bajar las gradas del estadio en cuclillas, porque, a diferencia de cuando los peloteros no dormían en hoteles, hay gimnasios y aparatos para ejercitarse y fortalecerse, si bien no son óptimas las condiciones para tonificar la capacidad física.

Puede que ahí comiencen muchos de los problemas que terminan en lesiones, aunque los tres, más Misael López y el pinareño Julio Romero, le conceden gran importancia a la mecánica, la fluidez, la suavidad de los movimientos en la loma de los martirios.

Es la preparación física, sobre todo del tren inferior, una fortaleza, según el credo de muchos de los lanzadores que hubo y hay en el mundo. Uno entre tantos, el pitcher de poder, autor de 5714 ponches en Grandes Ligas, Nolan Ryan.

“Entrenar, entrenar, entrenar; mañana, tarde y noche. Yo tiraba hoy y al otro día le daba 20 vueltas al estadio. Me decían ‘oye que te vas a pasar’, y yo que no, que conocía mi organismo y sabía lo que me estaba pidiendo”, dijo alguna vez Misael López, el lanzador de Granma con 24 Series Nacionales en su expediente, en una entrevista concedida al colega Ibrahim Sánchez Carrillo y publicada en su blog Zona de Strike.

Julio Romero, uno de los lanzadores más cerebrales de Cuba y, después de retirado, un técnico de pitcheo con resultados reconocidos allí donde trabajó, razonó ya sobre el asunto y concluyó que el trabajo físico es muy importante, y cuando no se pueda realizar de forma óptima en los gimnasios, debe acudirse a otros ejercicios para suplir esa carencia, en proporción con la labor especializada de cada lanzador.

Interrogados acerca del tema, muchos lanzadores activos en la presente Serie Nacional de Béisbol mencionaron la preparación física y otras razones diferentes, muchas de ellas contentivas de preocupaciones por las calidades de los terrenos del país, en primer término los de sedes fuera de las capitales provinciales, aspecto en el que -reconocieron- la Comisión Nacional de Béisbol ha sido muy exigente en los últimos años. Y ninguno, o casi ninguno, concordó en la rutina de preparación, la cual, al parecer, depende del “librito” del técnico encargado del adiestramiento.

De tal realidad, pienso yo, puede razonarse que el cambio constante de técnicos o equipos técnicos de trabajo afecta la posibilidad de asentar un método, una rutina de preparación y, por tanto, puede ser otra arteria por donde fluyen los peligros de lesiones (en el equipo Cuba, sin ir más lejos, casi los mismos serpentineros han estado a las órdenes de Juan de Dios Peña, Javier Gálvez y José Elosegui, entre otros, en menos de cinco años).

Preparación física, dominio de la técnica para lanzar (los lanzadores cubanos realizan gastos físicos innecesarios), buena condición de los estadios y una rutina de entrenamiento estable. A juzgar por mi indagación, hacia esos puntos miran observadores y estudiosos, técnicos y atletas, si el tema en cuestión son las lesiones de los lanzadores.

A lo anterior yo agrego la especialización, o para decirlo como es, la falta de especialización en el pitcheo cubano. Un mal que todos reconocen pero no acaba de superarse. Un problema grave que ahora en la Serie 52, de corto e injusto calendario, puede reproducirse en lugar de continuar extirpándose (ya veremos cómo rinden en la segunda parte de la temporada los lanzadores del equipo Cuba, que no paran desde noviembre de 2011, o qué rendimiento muestran los que queden en casa y se mantengan “parados” durante más de un mes).

Mírese el caso del pinero Wilber Pérez: a pesar de las reglamentaciones de la Comisión Nacional de Béisbol para evitar lesiones y facilitar la especialización, el zurdo tuvo tres aperturas (17 entradas) y dos apariciones como relevista (seis y dos tercios) en apenas los primeros quince juegos de la Serie.

Y ciertamente le garantizó la cima a su novena, pero fue expuesto a un esfuerzo que ojalá no pese a mediano o largo plazo, porque su brazo zurdo es tan diestro para Isla de la Juventud, como importante es, para Cuba, el brazo derecho de Yadier Pedroso.

Fuente: CUBADEBATE

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