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Strike 3: Luces desde el montículo

Strike 3: Luces desde el montículo

Por: Michel Contreras

 

El pitcheo ha comenzado a todo gas. Dominante como en sus buenos tiempos. Inexorable contra los maderos, no importa la categoría de aquel que los esgrime. Dicho en una palabra, cruel.

Más que impresionar, la media colectiva espanta: 2.68 limpias por cada nueve entradas. Y el average del torneo se limita a .248, con apenas 24 cuadrangulares admitidos en cuarenta desafíos. Es increíble, especialmente para una liga que, hasta ayer mismo, estuvo acostumbrada a erosionar montículos.

Pero, de momento, la historia ha cambiado. A diferencia de los años anteriores, cuando la fiebre del jonrón y el carreraje se desataban prematuramente, contaminando todo el campeonato con sus desafueros. Algo pasa, y el que suscribe desconoce la respuesta del enigma.

Que no es el box, ahora a doce pulgadas, como siempre debió estar. Ni es la pelota, que no tiene semejanza con la ‘bola de trapo’ que opacó (aniquiló) a la Serie 39. Ni tampoco -¡seguro que no!-, que los lanzadores hayan aprendido el oficio de la noche a la mañana.

Cualquiera que sea la razón, le doy la más sincera bienvenida. Porque el béisbol no es, no puede ser, ese juego que vimos jugar durante años, en el cual los batazos estaban a la orden del día, y fabricar una carrera era cuestión de poco esfuerzo, y pegar un bambinazo había dejado de ser euforizante. Ojalá que, aunque los bates se ‘calienten’ con el paso del evento, nunca lleguen a romperse nuevamente los termómetros.

Y ya que hablo de hegemonía de los pitchers, voy a dejarlo hoy un magnífico análisis del dinámico Benigno Daquinta, concentrado en determinar a los serpentineros más completos -estadísticamente hablando- de las Series Nacionales.

¿Cuáles fueron las claves a que apeló Daquinta? Sencillamente, las “clásicas”, esas que inevitablemente predominan en este universo: promedios de Carreras Limpias, de Average Adversario y de Ganados y Perdidos, así como frecuencias de Ponches y de Bases por Bolas.

A cada uno de esos indicadores se le asignó un parámetro numérico, a fin de delimitar los resultados. Al final, el estudio reveló a los únicos cuatro lanzadores que, con un mínimo de 700 entradas de labor, han promediado menos de 3.00 limpias por choque, con promedio victorioso superior a los .600 y un gasto atacante rival por debajo de .250. Todo eso, con más de seis ponches y menos de 3,5 boletos por partido.

A la postre, ni Pedro Luis Lazo, ni Vinent, ni Alarcón, ni Rogelio ni otros muchos formidables lanzadores, hicieron el grado en este grupo. Cosas que tienen los (siempre sorprendentes) numeritos deportivos.

Fuente: CUBADEBATE

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