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Strike 3: Seis años para una carrera

Strike 3: Seis años para una carrera

Por: Michel Contreras

 

Sí señor, nos pasamos seis años sin pisar el home plate contra la selección nacional de Japón en choques vinculados con el Clásico. Desde aquella carrera que marcamos en la novena entrada del choque crucial del primer CMB -el veinte de marzo de 2006-, no habíamos podido darle una estocada al samurái. A eso, y a nada más, es a lo que se llama predominio.

Hagamos un recuento rápido. En el segundo Clásico recibimos sendas lechadas a manos de Matsuzaka e Iwakuma. Ahora, en el tope, tampoco conseguimos anotar en el encuentro inaugural. Y en el otro íbamos por el mismo camino hasta que Yuliesky, a la altura del octavo episodio, rompió el hechizo y evitó la prolongación de la cadena. En total, 34 innings sucesivos sin poder escapar a la “argolla” en la pizarra.

No quiero -no es mi línea- hacer leña del árbol caído. Que a fin de cuentas el equipo no se comportó de modo vergonzoso. Cayó dos veces, es verdad, pero frente a Japón, no contra Filipinas o Sudáfrica. Se trataba de un rival superior y, por lo menos, le plantamos cara.

Lo que ocurre es que ante los adversarios de máximo rigor hay que apelar a todos los recursos -incluida la suerte- para poder llegar a la victoria, y reducir a cero el rango de equivocaciones. Y eso, las equivocaciones, sobran en la escuadra nacional.

Lo dije en una columna previa: Japón nos aventaja, sobre todas las cosas, en concentración y técnica. Y el partido efectuado en Sapporo lo corroboró de cabo a rabo, especialmente en aquel catastrófico quinto capítulo…

Tras el hit de José Miguel Fernández, Yulexis La Rosa se ponchó luego de ¡tres! intentos fallidos de toque. Después, a Fernández lo sorprendieron mientras adelantaba en la intermedia. Y a modo de remate, Michel Enríquez -en su peor momento deportivo- salió como emergente por Rusney Castillo, uno de los bateadores insignia del país a día de hoy.

Es decir, que en una misma entrada nos fallaron la técnica, la concentración y la táctica. Demasiados errores. Muchísimos, cuando se aspira a derrotar a un monstruo.

Al final, ¿qué certezas nos dejó esta gira asiática? Son pocas, pero son, habría dicho el poeta.

A mi juicio, quedó claro que Bell tiene que disponer de un hueco en el line up. Y supimos, por enésima vez, que el pitcheo responde mejor que los maderos, que nos cuesta hacer ajustes adecuados en el plato, y que dos catchers defensivos resultan suficientes, porque tres son multitud.

Vimos también que, a estas alturas, no es posible definir la medular (tercero al quinto) de la tanda atacante, ni tampoco el orden de trabajo para los abridores. Y que el “número mágico” de la novena es el 2: hay dudas en la segunda base, y hay un enigma grave en el segundo turno al bate.

¿Algo más? Sí, algo -creo- muy importante. Los topes nos probaron que para jugar al “modo asiático”, hay que embasarse como los asiáticos, y entonces maniobrar con su característica excelencia en el toque de bola, el robo, el hit and run…

Y no, no somos capaces de hacerlo como ellos. Seguro estoy de que no vamos a recuperar en unos meses lo que dejamos olvidado en el camino hace ya mucho tiempo. Así pues, más nos vale no tratar de parecernos.

Nota: Muy atinadamente, varios lectores me piden aclarar que en los Juegos Olímpicos de 2008 SÍ anotamos contra Japón. Entonces inclusive salimos victoriosos 4×2, con éxito de Vera, salvado para Lazo y revés a la cuenta de Yu Darvish. Mi comentario se concentra únicamente en choques vinculados con el Clásico, tal como dice el primer párrafo (esto es, el CMB 2009 y este tope, preparatorio con vistas al CMB 2013).

Fuente: CUBADEBATE

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