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Normando Hdez

Strike 3: Balance de ganancias

Strike 3: Balance de ganancias

Por: Michel Contreras

 

Se acabó el dual-meet con Estados Unidos, y ahora quedamos a la espera del torneo de Haarlem. Hemos visto cinco juegos cerrados, con chispazos de buen béisbol, contundencia en los swings y pitcheos merecedores de respeto.

Eso, en lo que respecta al entretenimiento. Pero en el plano estrictamente deportivo, ¿dejó algún beneficio este tope? Sí, la verdad es que pienso que ambos bandos le sacaron dividendos a la confrontación.

Los norteños podrían explicar sus beneficios con muy pocas palabras. Algo así como “somos un grupo de colegiales que acaba de pulsear contra una novena de gran cotización, repleta de hombres sobrados de experiencia y facultades”. Eso les bastaría a los estadounidenses. Los cubanos, en tanto, debieran hablar de constataciones, hallazgos y acomodos.

Me explico. Constatamos que el nuevo colectivo técnico ha logrado impregnarles autoconfianza a los atletas, que asumieron la brega sin esas caras largas de hasta hace muy poco y remontaron marcadores adversos ante serpentineros de evidentes condiciones.

Igual, corroboramos -o mejor, corroboré, porque usted podría estar en desacuerdo- que Rusney Castillo luce mejor en el right field, que Yuliesky Gourriel se empantana en el tercer turno del line up, y que andamos en crisis de zurdos, da lo mismo en misiones atacantes que desde la tabla de lanzar.

Además, percibí que el maestro Pestano ha mermado con los arreos puestos, que la ausencia de Héctor Olivera nos abre un hueco hondo en la intermedia, y me cercioré por enésima ocasión de que José Dariel Abreu tiene que recibir un turno de máxima responsabilidad con el madero.

¿Qué más? Bueno, cosas que ya sabía. Por ejemplo, los estragos que hacen los envíos rompientes en Despaigne y Rusney, o la capacidad tremenda de Yadier Pedroso para, a contrapelo de una indebida forma física, sortear cada problema con recursos y carácter.

Hallazgos también hubo. Descubrimos que Víctor puede no ser desmesurado todo el tiempo, y que la sangre joven pide espacio y hay que abrírselo (de eso estuvimos convencidos hace rato, pero los directivos de nuestra pelota se encargaron de hacernos olvidarlo poco a poco).

Cierto: hay gente que debió recibir más oportunidades en el tope. Digamos, Alexander Guerrero, Roberto Carlos Ramírez, Yenier Bello… No obstante, se les dio suficiente escenario a muchachos que tocan a la puerta (Pablo Millán, Darién Núñez, Heredia), y otros gozaron de un protagonismo inédito en sus trayectorias (Leandro Martínez, William Luis, Dayán García).

¿Y qué quise decir con “acomodos”? Pues me refiero a cosas como la posibilidad de atemperarnos a la recta dura (la de noventa y tantas millas, esa que casi no tenemos en la Isla), o de acordarnos de que existe el doble robo, o de mover los pitchers a la usanza moderna, sin aguardar por que las aguas amenacen con ahogarnos.

Soy un escéptico, pero esta vez me siento satisfecho con los resultados del dual meet. No por haber vencido en tres juegos de cinco, que a fin de cuentas la novena yanqui era una tropa de muchachos erráticos al campo y con varios outs por regla en cada alineación. Allá aquel que se muestre feliz por triunfar en un tope, convencido de que firmó alguna proeza.

Lo que ocurre es que el enfrentamiento dejó un saldo apreciable, y hacía falta volver a contender contra un Crawford y un Lorenzen y un Rodon, y otra vez verse debajo en el score para aumentar la boga en franca lucha con las infinitas exigencias del entorno.

Nota: En este inventario de sucesos no puedo omitir la placentera sensación que viví cuando Luis César Valdés expulsó sin miramientos a Serrano, el pedante y protestón manager estadounidense. Le habíamos dado muchísimo cordel, y el personaje se creyó centro del show. Y no lo era.

Fuente: CUBADEBATE

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