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Vuelven los topes amistosos de Béisbol Cuba-Estados Unidos

Vuelven los topes amistosos de Béisbol Cuba-Estados Unidos

Por: Nelson Rodríguez y Reynaldo Cruz, del periódico Ahora

 

Un duelo Cuba-EE.UU. es, a nuestro pasatiempo nacional, lo que uno Argentina-Brasil al fútbol. Cuando Higinio Vélez, presidente de la Federación Cubana de Béisbol, y Paul Seiler, titular de USA-BASEBALL, firmaron una Carta de Intención que contempla el desarrollo de cinco partidos anuales entre ambos países, le dieron continuidad a un intercambio surgido en los ochenta.

Con la reanudación de estos encuentros, se reeditará, el venidero jueves 5 de julio, una pugna deportiva que, según tres hipótesis, pudo haberse fraguado en la segunda mitad del siglo XIX, a través de un desafío de habaneros y navegantes yanquis; jóvenes matanceros y marinos de esa nación, o trabajadores portuarios “yumurinos” y tripulantes de un buque estadounidense.

El 27 de diciembre de 1991, ¡Ahora! despertaba a sus lectores con la información “Regalo a la afición holguinera”, donde anunciaba que, como reconocimiento a los avances del béisbol territorial y el entusiasmo de los aficionados, el estadio Calixto García acogería tres juegos del tope de cubanos y universitarios norteños de 1992 - año del debut olímpico de la pelota -, los días 30 de junio, y 1 y 2 de julio.

Previo a la cita, Richard Case, director ejecutivo de la Federación de Béisbol de EE.UU., acompañado por autoridades deportivas de la Isla y funcionarios del territorio, recorrió los posibles sitios de alojamiento de su delegación y se interesó por cada detalle organizativo. Sobre el “Calixto García”, opinó: “Es formidable; me recuerda a un parque donde juegan los universitarios en mi país”.

Durante el cotejo, las puertas de La Joya Arquitectónica se abrieron a las 10:00 am, con entrada libre y palcos destinados, en gran medida, para estimular a trabajadores destacados. Las preselecciones olímpicas iniciaron el primer pleito a las 8:30 pm, ante un lleno total que Granma contabilizó en unos 30 mil espectadores. La Banda de Conciertos de Holguín entonó los respectivos himnos nacionales y la potente escuadra de La Mayor de las Antillas se banqueteó con el pitcheo rival, al fabricarle 16 carreras, y conectarle 17 imparables y siete cuadrangulares (tres de Víctor Mesa, dos de Antonio Pacheco y uno per cápita para Omar Linares y Lázaro Vargas).

De acuerdo con el historiador deportivo Víctor Dallas, La Explosión Naranja se convirtió en el segundo bateador que disparó un trío de vuelacercas en la instalación nororiental. Al ser una competencia de preparación, la regla del nocao no se puso en práctica, a pesar de que los conducidos por Ron Fraser, mejor entrenador amateur del mundo en 1987, solo marcaron una carrera.

Parecía que la representación visitante se quedaba sin pulso, pero en la disputa intermedia, en presencia de más de 25 mil holguineros, mostró vitalidad y salió por la puerta ancha, 8-2, merced a la buena labor del lanzador zurdo Jeff Alkire, “que combinó bien la recta y la curva en las esquinas”, y la velocidad del relevista Rick Greene. El patrullero central Calvin Murray remolcó las dos primeras anotaciones y Michael Tucker otras dos; Chris Roberts, Craig Wilson y Phil Nevin dieron batazos de vuelta completa.

A las 7:00 pm, hacía rato que el “Calixto García” estaba repleto. Los pupilos de Jorge Fuentes batearon a sus anchas, con otros 17 jits e idéntica cantidad de carreras. Fraser empleó cinco monticulistas, de los cuales cuatro fueron disminuidos por bambinazos de Víctor Mesa, Pacheco y Orestes Kindelán; además de tres sencillos de Vargas. La victoria, 17-6, culminó la serie internacional más relevante que ha ocurrido en nuestro estadio, desde su inauguración, el 10 de febrero de 1979.

“Incomparables la cultura y la educación de los aficionados holguineros; en la sala de prensa no faltó nada para el trabajo, y el trato, exquisito”, manifestó Bill Brubaker, reportero de The Washington Post. Howard French, periodista de The New York Times, se mostró admirado por el entusiasmo, rectitud y capacidad organizativa.

En otras dos oportunidades, novenas “gringas” han estado aquí. El 18 de octubre de 1979, Japón y EE.UU. contendieron en choque correspondiente a la IV Copa Intercontinental, que significó el retorno de la selección amateur estadounidense a Cuba, después de su presencia en el V Campeonato Mundial Aficionado, en 1942. En ese propio mes, pero en 2003, 23 jugadores de Ligas Independientes, con Marty Scott como timonel, tomaron parte en la XXXV Copa Mundial y efectuaron algunos partidos del grupo B.

El “Cuba” del ‘92 quizás haya sido la versión más completa de cuantas ha tenido ese histórico elenco. Los 20 beisbolistas que desfilaron en el Estadio Olímpico de Montjuic, durante la inauguración de las Olimpiadas de Barcelona, ganaron invictos su certamen y derrotaron dos veces a EE.UU. (9-6, en preliminares y, 6-1, en semifinales). A Jorge Fuentes le tocó el honor de estar al frente de un grupo excepcional: Pacheco, Linares, Kindelán, Víctor y Germán Mesa, Lourdes Gourriel, Luis Ulacia, Vargas, Jorge Luis Valdés y Omar Ajete, entre otras estrellas. Ocho de aquellas figuras han dirigido colectivos de las Series Nacionales; siete finalizaron con más de 150 jonrones en la pelota doméstica, 10 con más de mil 500 incogibles y cuatro están entre los ocho punteros en impulsadas. Cuatro serpentineros superaron la barrera de los 120 triunfos y mil ponches.

Rivales históricos

Estos topes, en los que Cuba siempre rivalizó con escuadras íntegramente universitarias, empezaron en 1987, con cinco choques celebrados en La Habana y Artemisa. Luego de esto, se desarrollaron ininterrumpidamente de manera anual, alternando entre ciudades cubanas y norteamericanas, hasta 1996. Los “USA” siempre fueron complicados, a pesar del evidente dominio criollo, y contaron en sus nóminas con algunos hombres que luego serían muy buenos bigleaguers, como los célebres Robin Ventura, Jim Abbot y Tino Martínez, entre otros.

El elenco que asistió a Barcelona estuvo formado por 14 peloteros que después actuaron en la “Gran Carpa”. Siete de ellos sobrepasaron el centenar de cuadrangulares en la Major League Baseball: Nomar Garciaparra, quien compiló 313 de por vida y alcanzó dos títulos de bateo; Jason Giambi -su carrera se ha visto “desaliñada” por el uso de esteroides -quien lleva más de 420 pelotas para la calle y aún está activo; además de los receptores Charles Johnson (regresó a Cuba con los Orioles de Baltimore) y Jason Varitek; el antesalista Phil Nevin, y los jardineros Michael Tucker y Jeffrey Hammonds. Entre los lanzadores, solamente Ricky Helling “dio la talla”, con 93 triunfos, 20 de ellos en una temporada.

Fraser, apodado The Wizard of College Baseball (El Mago del Béisbol Universitario), tuvo un palmarés de mil 271 partidos ganados y 438 reveses en el circuito estudiantil norteamericano. Se le considera responsable de haber llevado el béisbol universitario de EE.UU. a un nivel de conciencia social, razones por las que es miembro del Salón de la Fama del Béisbol Colegial.

Tras la exhibición holguinera, la “pelea” se trasladó a EE.UU., en lo que fue un “continuo y fatigoso deambular por aeropuertos y hoteles”: los recorridos de una ciudad a otra fueron de más de mil 100 kilómetros. Hubo un duelo en el Mile High Park, de Denver, Colorado, donde se dieron cita 61 mil 165 espectadores; otro en el Metrodome, de Minneapolis, Minnesota; y dos en el Legion Field, de Millington, Tennessee. El Mile High sería luego asiento, por dos campañas, de los Rockies del Colorado, franquicia en expansión de las Grandes Ligas, y el Metrodome fue, hasta 2009, cuartel general de los Mellizos de Minnesota. Asistieron alrededor de 160 mil fanáticos a los juegos holguineros y estadounidenses, récord para esas justas, en ese entonces.

Millington es, con 19, la sede norteamericana que más enfrentamientos ha acogido, allí Cuba recibió barrida de cuatro en 1995. Solamente en cuatro ocasiones, en nuestro patio, se han celebrado compromisos fuera del Coloso del Cerro (ha visto acción en diez): en Artemisa en el año inaugural (uno), y tres en Santiago de Cuba (1991), Holguín y la última en que los amistosos se llevaron a tierras criollas, en Sancti Spíritus (1993).

Han sido 10 series bilaterales, siete dominadas por Cuba, una por EE.UU. y dos armisticios. La Mayor de las Antillas ha logrado imponerse en 32 desafíos, con 358 carreras, mientras que los estadounidenses han alcanzado 21 sonrisas y pisado el home 254 veces.

A pesar de que las formaciones cubanas han mayoreado, los éxitos por bando dan cuenta de lo reñidas que fueron estas porfías, las cuales, cuando se frustraron, dejaron una especie de vacío, pues sin dudas eran excelente oportunidad para probar fuerzas, mirando hacia el calendario internacional. La recuperación de esta rivalidad histórica propicia un acercamiento entre pueblos y deportistas de ambas naciones. Un clásico vuelve. Tiembla el Argentina-Brasil.

Fuente: CUBADEBATE

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