Chelsea 1- Fútbol 0
Por: Michel Contreras
Hoy me di cuenta, una vez más, de que el fútbol puede ser injusto. El Barcelona, tren de ataque, de desgaste, de esfuerzo, perdió un gol por cero con un Chelsea arropado “a la italiana”, metido atrás de lleno, sin otra idea que no fuera un pelotazo aventurero.
El partido terminó hace apenas diez minutos. Fue una hora y media en la que, mientras un equipo perseguía la meta adversaria, el rival solo intentaba cerrar todas sus puertas, sin preocuparse por dejar una ventana abierta que impidiera su asfixia. Una asfixia que debió acontecer, pero no sucedió así.
Es una historia vieja, que acaba de repetirse ahora y que, cosa segura, seguirá repitiéndose por siempre. Porque el fútbol frecuentemente premia al rácano, y no al guerrero audaz. Por eso pudo fracasar el ballet húngaro de Puskas en el Mundial’54. Y la Naranja Mecánica de Cruyff, dos décadas más tarde. Y la Francia elegante de Michel Platini en los ochentas.
Definitivamente, la justicia no hizo acto de presencia en el césped londinense. Tanto, que la brega del Chelsea se puede resumir en un acierto del implacable Drogba, y unas cuantas paradas soberbias del “tanquista” de las porterías, Peter Czech. El resto de Les Bleus muy poco hizo, como no fuera empeñarse en destruir.
Eso fue todo lo que pasó en Stamford Bridge. El Barça colocaba un ladrillo tras otro, y el Chelsea llegaba enseguida, maza en mano, a derrumbar el muro. Y lo lograba, inclusive con la alianza de la suerte, que propició dos postes.
Messi, aun con molestias, volvió a sacar la casta. Mas en vano. En la noche de ayer, el púgil que no quiso ganar salió triunfante, y el otro, el que sudó tres mares por el espectáculo del KO, quedó medio fulminado con el silbatazo final.
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