Blogia
Normando Hdez

Strike 3: Parches en la camisa

Strike 3: Parches en la camisa

Por: Michel Contreras

 

Que el béisbol cubano precisa del quirófano, es un hecho. Nada de pastillitas, acupuntura o ejercicios yoga. Ahora mismo, el bisturí representa la única salida, si queremos volver a tener una pelota (más que admirada) envidiada en todo el universo. En una palabra, urge revolucionar el pasatiempo.
Demasiados gorgojos tiene el plato. Me siento a ver un juego, y a cada rato me levanto enfurecido por errores, disparates y absurdos que no cabe esperar del entorno de la primera categoría doméstica. Errores, muchas veces, que no van a los libros estadísticos, pero que afean y desdicen.
Hoy quiero hablar de tres de ellos. Uno tiene que ver con los árbitros; otro, con los propios peloteros; el último, con los managers y periodistas.
-Esta pregunta la he planteado aquí en muy reiteradas ocasiones, y jamás de los jamases he sabido la respuesta: ¿Por qué diablos siempre se cantan out las jugadas en segunda? Si usted no se ha fijado, empiece a hacerlo. Los árbitros del patio parecen programados para decretar el out en un por ciento elevadísimo de los intentos de robo. Basta con que la Mizuno llegue al guante con suficiente tiempo, y ya no importa si el corredor se fue por fuera, o si el infielder demoró en tocarlo. Y así surge el engaño, la falsa apariencia de que tenemos catchers muy diestros y con brazos muy potentes. Por ese camino, un día de estos quedará abolida en Cuba una de las jugadas más hermosas del juego, que no es otra que el robo de bases.
-Otra interrogante, no tan reiterada en este espacio como la anterior: ¿Por qué nuestros bateadores se presionan tanto en tres y dos? Una vez que se ven en conteo completo, la calma se termina en sus cabezas, y lo mismo le pueden hacer swing al globo de Cantoya que a un lanzamiento rumbo a las tribunas. ¿Será que no se percatan de que, cuando ellos están en tres y dos, también lo está el pitcher que enfrentan? Sígale el rumbo a esta tendencia, y ya me dirá.
-La última pregunta se vincula con los juegos completos de los pitchers. ¿Por qué los managers no cuidan más los brazos de sus serpentineros, y por qué los periodistas celebran con tanto regocijo cada vez que un lanzador soporta las nueve entradas de rigor? Ahí está el caso de Vladimir García, uno de los mejores monticulistas del país, quien no hace mucho tiempo salió de una lesión. Pues bien, es el líder en juegos completos, con once, y sabe Dios cuántos innings le quedan por tirar en los play off. Los números no mienten: en la campaña previa de las Grandes Ligas, solo un pitcher -James Shields, de Tampa Bay- llegó a esa cantidad de partidos caminando toda la ruta. Un solo hombre, de alrededor de 150 abridores. Ninguno más. Y eso, pese a que se trata de un campeonato sumamente largo, con 162 desafíos por equipo. ¿Hasta cuándo se van a “matar” brazos en nuestra pelota?

Fuente: CUBADEBATE

0 comentarios