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Strike 3: "El encapotado cielo de las estrellas"

Strike 3: "El encapotado cielo de las estrellas"

Por: Carlos Manuel Álvarez

 

Reconozcamos lo reconocible. Que la gente elija los peloteros para el juego de las estrellas, supone un punto de avance. Un punto de avance -no pasemos por ilusos- sin demasiada incidencia en el plano real, pero con bastante en el plano simbólico. Algunos desaciertos, no obstante, resultan poco menos que inconcebibles.

Ya todos conocemos, hasta la saciedad, el caso Malleta. Suerte que el público lo ha ido agregando en la planilla, y así, de algún modo, el gazapo quedará disimulado. Pero su ausencia, en primera instancia, disparó las alarmas.

Era de esperar -los organizadores debieron haberlo sabido- que bajo el muy incompleto parámetro del average algún jugador de calibre, o de resultados, se quedaría fuera. El coeficiente JAS hubiera sido lo más atinado.

A un cuarto bate (turno natural de Malleta), cabe la pregunta, qué le puede preocupar el average. Deben preocuparle los jonrones, las impulsadas. Cuestiones que Malleta, quien además roba hasta bases, ha solventado de maravillas.

Este entuerto, sin embargo, aunque haya sido el más mediático, no es ni el único ni el más espinoso. La lista de pitchers se basó, ¡diantres!, en el promedio de ganados y perdidos. Resulta tan descabellado que parece una broma. El promedio de ganados y perdidos debiera ser el último de los raseros con que se mida la calidad de un pitcher. Tan obvio es, que no merece explicaciones.

Debido a ello, Vladimir García, quien hoy lanza para un excelente 2.28 de PCL, pero que ha ganado cuatro y perdido cinco porque tuvo la mala suerte de que en los primeros veinte juegos los avileños no batearan absolutamente nada, se perdió el derecho de lucir sus armas.

A su vez, el rocambolesco truco del que fue objeto el camagüeyano Frank Madán, aún me parece un gracioso misterio. Madán, de excelentes guarismos (5-2 y 2.72 de limpias), fue inscrito como abridor, cuando en verdad ha relevado en 16 encuentros, y nada más.

Así, por ejemplo, Ariel Miranda (actualmente 2.60, pero solo dos triunfos y cinco reveses. El hombre, esto lo explica, juega con Mayabeque) merecía un puesto por encima del industrialista Antonio Romero (5-1, pero lanza para 4.02).

Y si a Malleta lo ayuda la popularidad, el equipo y la experiencia, al jovencito Miranda no lo salva nada. Ni la edad, ni su poco escuchado nombre, ni mucho menos su provincia. Que para colmo de males se fundó ayer.

Evidentemente el flujo neuronal del que impuso los parámetros, para la elección de las estrellas, no estaba funcionando bien. Eso suele ocurrir. Uno quiere creer en la serie, uno, verdaderamente, quiere… pero ¡diantres! qué trabajo cuesta mantener la fe.

Fuente: CUBADEBATE 

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