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Una filosofía de juego que lleva nueve victorias al hilo

Una filosofía de juego que lleva nueve victorias al hilo

Por: Aliet Arzola Lima

 

Industriales anda por nueve triunfos seguidos. Se dice rápido y fácil, pero los azules no han ganado tal cantidad de juegos consecutivos en los últimos cinco años, por lo que ya es hora de por lo menos hacer mención del hecho.

La deslumbrante actuación de Matanzas aparejado con el espectáculo que representa Víctor Mesa tal vez han opacado un poco la cadena de éxitos celestes, aunque por mi cabeza ronda la posibilidad de que existe cierto temor o recelo a la hora de ensalzar la labor del reconocido como equipo insignia del béisbol cubano.

Es que dentro de los pecados capitales en que puede incurrir un cronista deportivo en Cuba se encuentra alabar cualquier actuación destacada de Industriales. Ser tildado como acérrimo seguidor de los azules es lo menos que te puede pasar, sin importar cuan dulce sea el momento que atraviese la nave capitalina.

Por eso, aún con nueve sonrisas en línea no aparece casi ningún titular referido al hecho, destacable desde todo punto de vista. Estoy casi seguro que muy pocos, incluso los más fanáticos seguidores azules, jamás se aventuraron a pronosticar una racha tan prolongada de victorias.

La inestabilidad en el pitcheo, las lagunas en la defensa y la falta de oportunidad de los principales bateadores, sumado a la incógnita que representaba Lázaro Vargas como manager debutante, eran los hándicaps que se suponía sentenciarían a los capitalinos en la presente campaña.

El inicio no fue del todo motivador y tales problemas se manifestaron en el diamante, hasta que de golpe y porrazo comenzó la oleada de éxitos. Si nos fijamos en los números podremos percatarnos de que todavía hoy persisten los dolores de cabeza en el pitcheo, donde se ubican en el puesto 14 con 4.96 carreras limpias por encuentro, promedio superior a la media del torneo (4.45).

También la defensa eriza a más de uno, con 32 marfiladas en 33 partidos, para 974, séptimos, y unos receptores (sobre todo Lisbán Correa) a quienes les roban de todo, desde los arreos hasta la careta. De 20 corredores que han salido en busca de otra almohadilla 16 han llegado a salvo, nefasto average.

Sin embargo, ¿por qué estos detalles no han lastrado a la novena? En mi opinión el hecho de no fallar a la hora cero y de que los lanzadores sepan dominar a los rivales en el momento más complicado es la clave de tanta felicidad.

Por supuesto, no voy a obviar el bateo, el mejor del campeonato. Los maderos azules están calientes y no cesan de producir, da igual si les lanzan Mizuno 150 o 200. Promedian 315, son el conjunto de mayor porcentaje de embasado (407), así como segundos en cuadrangulares (44) y bases robadas (28), lo que demuestra una buena combinación de bateo de largo metraje con la velocidad en función de la ofensiva.

En el orden individual es imprescindible resaltar la labor de Alexander Malleta, puntero en impulsadas (38), boletos (35) y anotadas (32), igualado con Irait Chirino, además de segundo en cuadrangulares (9). Pero lo que más me llama la atención del inicialista es su producción en situaciones claves: anda como el que más impulsa el empate o la ventaja, toda una tranquilidad para Vargas y sus parciales.

Por cierto, ya que menciono al eterno número 20 azul, no puedo negar su capacidad para motivar. Aún sentado en una silla pegada al suelo y al nivel del terreno Vargas saca lo mejor de sus hombres.

Por eso Darwin Beltrán tiene cinco victorias, y Antonio Romero destaca como uno de los mejores relevistas de la serie. Por eso Odrisamer Despaigne luce cada vez más intransitable desde las elevadas lomitas y Lisbán Correa produce como nunca con el madero pese a calzar los arreos, sin dudas su mayor preocupación. Por eso Irait Chirino casi grita que es el mejor primer bate del campeonato y apenas se nota la ausencia de Urgellés en la tanda.

Ahí está el secreto de nueve triunfos seguidos para Industriales y la segunda plaza de Occidente, en el cambio de actitud, en la manera de interpretar y jugar el béisbol. Ahora hay pimienta, hay sonrisas y hay empatía entre todos, cosas que no veía desde aquella milagrosa postemporada en que se coronaron campeones con el mando de Germán Mesa.

Tal vez les toque perder, nada es eterno. Los lunares tampoco se ocultan y quizás el abridor explote en el mismo primer episodio o el relevista pierda una notable ventaja, o cometen errores infantiles o no batean a la hora buena, todo eso puede pasar, pero no creo que sea suficiente para derrumbar la filosofía de los Industriales de Vargas.

Fuente: CUBADEBATE

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